miércoles, 11 de mayo de 2011

Capítulo 1

Yo estaba tan relajada tirada bajo ese roble pensando en mi vida, mis sueños, mis sensaciones. Sentía la cálida brisa mañanera de los veranos rozando mi piel. Sólo en ese lugar me sentía libre, me sentía Yainthiat.
Allí me olvidaba de los huertos, de gobernadores, de mi madre Nelliathat, de mi padre Ginuwine, de Víctor II de Kraftnor.
Ese roble era muy antiguo. Estaba colocado encima de una colina, a las afueras de las murallas de mi pueblo, Kraftnor, en París. Veía al atalaya del Este, las nubes, cada una con distinta forma, la verde hierba, el canto de los pájaros, el silbido del viento…
Pero el Sol ya estaba arriba, y sabía que a mis padres les preocupa que no esté en casa cuando ellos se van. Así que decidí volver.

En las callejuelas del pueblo, con aceras de piedra color café, había mucha gente ese día. Era la coronación real del rey Dylann IV de París en la capital, y pronto nuestros mensajeros les darían las nuevas desde el patio de palacio sobre el curso de la ceremonia, todos andaban muy contentos.
Allí, había casas decentes, otras sobresalientes y otras humildes, sin contra el palacio. Pues yo no vivía en ninguno de los cuatro anteriores.
Mi casa era una ratonera. Un par de escalones bajo el suelo, con una tela rosa hecha a mano por mi abuela como puerta, una sola habitación, un salón y un estudio. Vivíamos como podíamos. Mis padres trabajaban en los jardines del gobernador Víctor II de Kraftnor, haciendo que las plantas crecieran bien. Les daba poco dinero, pero no había otros trabajos para analfabetos fuera si no el de truhán y ladrón.

Yo tenía un sueño, quería convertirme en la mejor arquera que Francia jamás haya visto. Quería que mi nombre estuviera en los libros de historia de nuestros sacerdotes. Quería que todos en París supieran mi nombre. Quería batallar contra titanes y demás… Pero además de que el ejército no aceptaba mujer ni mucho menos de dieciséis años, mis padres se negaban.
Me decían que no podía arriesgar mi vida por unos pocos cuartos, que los hombres son más fuertes que las mujeres, que tenía un empleo asegurado en los jardines del señor… Pero yo no quería ser una simple agricultora. Yo era demasiado ambiciosa.

(Esta obra está protegida por derechos de autor y bajo la licencia de Creative Commons. Copyright @ PoeTiSa 2011)

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